EL PAPEL DE LA REACTIVACIÓN DE FALLAS DE BASAMENTO EN LA DISTRIBUCIÓN DE VOLCANES MONOGENÉTICOS, SECTOR ORIENTAL DEL CINTURÓN VOLCÁNICO TRANSMEXICANO
El Cinturón Volcánico Transmexicano (CVTM) es un arco volcánico activo desde el Mioceno, que tiene una distribución oblicua con respecto a la trinchera, debido a la geometría de la subducción de las placas oceánicas de Rivera y Cocos por debajo de la placa Norteamericana. El CVTM se encuentra sobre un basamento heterogéneo representado por terrenos tectonoestratigráficos de distintas edades y tipos de roca, con una historia de deformación diferente cada uno. Dentro del sector oriental del CVTM, en la región Tlaxcala-Puebla, se encuentra un campo volcánico monogenético del Pleistoceno, representado por volcanes en escudo de tamaño mediano, conos de escoria, domos y flujos de lava, emplazados sobre un basamento del Precambrico (Complejo Oaxaqueño) y Paleozoico (Complejo Acatlán). La mayoría de estos volcanes se encuentran alineados con una orientación preferencial NE-SW. Asimismo, dentro de esta región coexisten tres sistemas de fallas normales con orientaciones NE-SW, NW-SE y E-W. Aunque la extensión cortical en el sector oriental del CVTM es casi N-S, la actividad de las fallas NE-SW y NW-SE resulta incompatible con dicha extensión. Esto plantea las siguientes preguntas: ¿cuál es el papel de las fallas del basamento en la localización de los centros eruptivos? y ¿por qué se reactivan las fallas bajo las condiciones actuales de deformación en el sector oriental del CVTM? Para responder a estas preguntas, se realizó trabajo de campo detallado en la región Tlaxcala-Puebla, en el cual se llevó a cabo un análisis de la geometría de fallas, fracturas y diques expuestos en canteras hechas en conos de escoria. Nuestros resultados sugieren que las fallas NE-SW, a lo largo de las cuales se distribuyen los volcanes monogenéticos, registran al menos dos periodos de actividad con distinta cinemática. Durante el primer periodo (Mioceno tardío) presentan una cinemática lateral, mientras que en el segundo periodo (a partir del Pleistoceno) registran un movimiento normal. Por otro lado, los diques muestran orientaciones preferenciales NE-SW y, en menor medida, NW-SE, mientras que las fracturas se agrupan en tres familias con orientaciones E-W, NW-SE y NE-SW. Lo anterior sugiere que las fallas NE-SW registran la superposición de distintas etapas de actividad, lo cual genera zonas de daño más anchas y dominadas por fracturas, favoreciendo su actuación como conductos para el magma. En contraste, las fallas E-W, al presentar zonas de daño más estrechas, actúan como barreras para el ascenso del magma. Finalmente, la actividad simultánea de las fallas E-W, NW-SE y NE-SW, así como la distribución de su extensión, puede explicarse por la reactivación de estructuras del basamento bajo un régimen de deformación tridimensional.