ANÁLISIS DE LOS EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN EL DETERIORO DE LOS EDIFICIOS PATRIMONIALES
Los edificios históricos representan un legado para las civilizaciones, al ser testigos tangibles de la evolución cultural y arquitectónica de la humanidad. Sin embargo, la preservación de estas estructuras enfrenta desafíos cada vez mayores debido a los efectos del cambio climático, que amenazan la estabilidad y conservación de los materiales que las conforman. El monitoreo de estos materiales resulta importante para implementar estrategias efectivas de protección y mantenimiento.
Entre los factores climáticos que más impactan en el deterioro de los edificios patrimoniales, destacan el aumento de las precipitaciones, las fluctuaciones extremas de temperatura, incremento en la humedad relativa y de fenómenos climáticos extremos. Estos factores generan un incremento en la penetración de agua en los materiales de construcción, especialmente en aquellos porosos o sensibles a la humedad, como la mampostería y la piedra. La humedad absorbida provoca diversos procesos de deterioro, como la eflorescencia, la proliferación de moho y hongos, la corrosión de refuerzos metálicos y la degradación de componentes orgánicos.
Por otro lado, las variaciones térmicas extremas agravan estos problemas al favorecer ciclos de humedecimiento y secado. En climas cálidos, el aumento de la evaporación puede intensificar la acumulación de agua en los materiales durante las lluvias. En climas fríos, la congelación y expansión del agua dentro de los poros provoca fisuras y fracturas, debilitando aún más las estructuras.
La ubicación geográfica de los edificios históricos es otro factor clave. Las regiones costeras, por ejemplo, presentan riesgos adicionales debido a la exposición a la salinidad. La niebla salina, impulsada por los vientos, y las lluvias cargadas de sales aceleran la corrosión de los materiales y la formación de compuestos dañinos, afectando tanto las superficies externas como las internas. Además, la proximidad al mar intensifica la humedad ambiental, lo que puede potenciar la acción de los contaminantes atmosféricos al reaccionar con el agua presente en las estructuras.
El suelo sobre el cual se erigen los edificios también desempeña un papel determinante. Suelos con alta retención de agua, como los arcillosos, favorecen la acumulación de humedad en los cimientos, mientras que los suelos con bajo drenaje incrementan el riesgo de saturación prolongada. Estas condiciones geológicas no solo contribuyen al deterioro de los materiales, sino que también pueden comprometer la estabilidad estructural general del edificio.
Para enfrentar la problemática es necesario el uso de técnicas que permitan monitorear y evaluar los efectos del cambio climático en los edificios históricos. Las pruebas de laboratorio para caracterizar materiales deben complementarse con métodos no destructivos (NDT), como la Termografía Infrarroja (IT) y la Tomografía de Resistividad Eléctrica (ERT). Estas técnicas no invasivas ofrecen una visión detallada del comportamiento de la humedad, identificación de áreas afectadas y otros procesos de deterioro sin poner en riesgo la integridad de las estructuras.
En conclusión, el cambio climático representa una amenaza significativa para la conservación de los edificios históricos. Este fenómeno no solo intensifica los niveles de humedad y acelera el deterioro de los materiales, sino que también impone la necesidad de replantear las estrategias de preservación patrimonial.